Todos en algún momento buscamos nuestro espacio, algo que nos diga quiénes somos y que hacemos aquí. En este camino descubrí la forma de manifestar lo que soy: las palabras. Escribir era una hazaña de personas excepcionales y no podía concebir que yo alguien común y corriente fuera capaz de hacerlo; no sé cómo ni cuándo cambio mi concepción al respecto pero aquí estoy escribiendo en un rol que antes era un sueño irrealizable y me gusta.

Vivo a través de estas palabras que comparto con ustedes porque eso SOY

sábado, 25 de octubre de 2014

¿CUAL ES EL CAMINO?

¿A dónde vamos, cuál es el sentido de la vida? a mis 26 años me pregunto, ¿cuál es el camino? ¿Existe una dirección efectiva y real?   ¿Hay objetivo de vida o vivimos solo por vivir? De pequeña siempre pensé que con el pasar del tiempo todo cambiaría,  de la niñez la cura seria la adolescencia, de esta la época joven adulta (universitaria) y que todo  se solucionaría al tener una profesión tal como lo dice  todo el mundo, incluyendo a mi familia, estudia  para seas alguien en la vida, estudie me gradué soy una profesional pero la insatisfacción es creciente, me pregunto donde estuvo el error si se supone que  en este punto las dudas  estarían saldadas y mi  camino solo iría cuesta arriba.

El  punto es saber a dónde va nuestra vida ¿para qué nos crían nuestros padres? ¿Es  una profesión que nos permita “vivir dignamente “a  lo único que  aspiramos?
Estamos en el siglo XXI tiempo de los grandes avances tecnológicos, el hombre ha llegado a límites inimaginables en otras épocas pero  aún después de tanto tiempo la desesperanza y tristeza en las miradas de las personas  es algo latente e incluso creciente, ahora hay mejor calidad de vida, más oportunidades y muchos caminos al éxito pero  aun así veo caras tristes, desazón y amargura por doquier.

Es entendible que alguien que carece de medios para vivir este triste pero que de aquellos que tienen  dinero y posición social, porque han de estarlo si  según nuestra educación tienen todo para  ser felices. O será que   todo el sistema  que engloba los principios educativos y morales que terminan  rigiendo  nuestras vidas está equivocado, que tal si siempre hemos   trazado nuestros pasos   por la ruta errónea. 

Coincidimos todos que la felicidad es el objetivo de nuestras vidas, pero ¿qué es la felicidad? ¿Dónde está? ¿cómo llegamos a ella? creo que en  esa disyuntiva  la humanidad ha  naufragado,  la capacidad de descubrimiento del ser humano es uno de los responsables de todo este embrollo, desde que el hombre descubrió que hay cosas mejores, que ya no tenía que comer la carne cruda, o que podía vestir mejores ropas, que  podía valerse de animales y cosas para moverse, siempre ha querido más,  desde hace cierto tiempo todo se tradujo al dinero, a esa mercancía capaz de comprar otras, ese que nos abre todas las puertas y con ella la de la felicidad, entonces ¿será el dinero, será ese el fin, allí estará  la felicidad verdadera?

Si es así  quizás mi dilema está solucionado y el camino está a medio completar solo me tocaría trabajar aunque  fuese en algo que no me guste, sacrificarme a como dé lugar para conseguir dinero que me permita abrir todas las puertas que se me antoje y así seré feliz.

Ojala pudiera estar de acuerdo con esta tesis, ojala, siempre he sido creyente de otra tesis.  El problema comenzó desde pequeña yo nunca estuve de acuerdo con ese precepto de felicidad ingenua y absoluta, siempre busque otra cosa más allá , algo que me hiciera sentir viva, me guiara  para  poder en algún punto  encontrar mi felicidad,  estudié una carrera universitaria, fue una batalla campal y convertirme en fue una profesional un hito para mí que pensaba que no lograría nada, intenté varias veces adherirme al patrón de solo trabajar para conseguir dinero, pero cada vez que lo intentaba, sentía que las entrañas se me estaban cocinando que  estaba ingiriendo un veneno que me secaba el alma,  no lo soportaba simplemente no podía,  confieso que no soy la  luchadora ni la más sobresaliente,  no soy la persona  que enorgullecería al mundo, soy imperfecta un híbrido que siempre ha buscado su lugar pero  que está plenamente consciente que  todo no se resume a lo material. 


¿Cuál es el camino? ¿Hay un camino? No sé,  por ahora me concentraré en vivir,  hacer lo que me gusta, quizás al final Machado tiene razón al decir: “Caminante son tus huellas el camino y nada más;  Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

viernes, 3 de octubre de 2014

ATAQUEMOS EL ORIGEN Y NO LAS CONSECUENCIAS

Cada vez que se enciende la temática de los delitos cometidos por adolescentes recibimos como la solución perfecta el tratarlos como adultos, echarlos en  las cárceles por el mayor tiempo posible.  
“Tratar a los menores infractores como adultos esa es la solución,  métanlos allá en la cárcel a que se pudran, cadena perpetua deberían darles, estas son algunas de las  opiniones más frecuentes cuando se aborda el tema de la delincuencia en adolecentes” ¿Es el aumento de las penas para los adolescentes infractores la solución para bajar los índices de delincuencia en nuestro país?    Cada vez que  sale a flote  los temas relacionados con la delincuencia se escucha a grandes voces el llamado para aumentar las penas como si  en la pena de prisión estuviese la varita mágica que resolverá el problema de la criminalidad. Al contrario de lo que piensan muchas de las personas con las que he conversado,   el aumento  de las penas en adolescentes  no  ayudará a reducir la delincuencia,  no puede ser que cada vez que el tema sale a colación  los argumentos sean que  esos muchachos necesitan  mano fuerte,  que  con llenar las calles de policías y las cárceles de adolescentes infractores todos viviremos en paz y armonía. 

Cuando hablamos de delincuencia solo se ve la sanción pero no los orígenes de la misma, de que vale  encerrar infractores si la sociedad con sus múltiples deficiencias en aspectos básicos produce cada día más, ya es hora que examinemos el  tema de la criminalidad en general como un problema de todos que no se resuelve con  incrementar las penas.

 Debemos entender de una vez por todas que los problemas sociales que tenemos, entre ellos la delincuencia se  debe a la deficiencia en aspectos tan sencillos como la educación, sin una política pública en materia de niñez y adolescencia que  se encargue de  desarrollar planes que  ataquen de raíz el problema viviremos quejándonos del problema de la delincuencia y pidiendo periódicamente sanciones más fuertes.


No nos dejemos envolver una vez más con las soluciones a corto plazo, atacando las consecuencias pero no el origen del problema.